Pocas comedias son tan entretenidas, jocosas, dinámicas y alegres como Santo y sastre, lo cual, no es poco decir cuando se compara dicha comedia con el largo repertorio de dramas del mercedario fray Gabriel Téllez. Quizás, mayor es el asombro de la versatilidad de la pluma de Tirso en esta comedia, por ser una obra que tiene por personaje principal al santo Homobono. Pero el contraste, los opuestos, ya vienen desde el mismo título: como se verá más adelante, ser santo y sastre, eran términos antagónicos. Impresa en 1635 junto con las otras once comedias de la Cuarta parte de Tirso, se cree que la comedia fue escrita después de 1620, siendo refundida, según explica Jaime Garau en su edición, de una comedia representada entre 1614 y 1615. El dicho editor, Garau, acusa de la “pobre” crítica con la que cuenta esta comedia, siendo, incluso, considerada de teatro menor. Algo que no se puede compartir ante tan ingeniosa pieza.
El primer acto abre con el dilema amoroso de la bella Dorotea: hermosa dama que ha heredado la fortuna de sus padres, siendo así que es muy codiciada por varios galanes aunque dos son los principales contrincantes: Lelio y Grimaldo. Su deseo, es buscar alguien que administre su hacienda:
Dorotea. Hija soy de un mercader,
sin padres y con hacienda;
que para que la defienda
de engaños, he menester
marido que la acreciente
y ponga en orden mi casa.
La prudencia es quien me casa,
no el amor, que accidente
que raras veces acierta. (vv. 97-105)
Cabe destacar que el editor en su estudio introductorio, explica las diferencias entre la hagiografía contenida en el Flos sanctorum, donde destacó la diferencia entre la Dorotea de Homobono y la esposa del mismo santo en la fuente consultada: aquí benigna y prevenida, ahí cruel e incomprensiva. Así, entre los dos galanes, parece que Dorotea debe decidir, pero el gracioso Pendón quien, además, satiriza, dice cuales son las pegas de dichos pretendientes:
Pendón. Lelio es todo voluntad
pero deudas le fatigan;
Grimaldo es un licenciado
tan cercano de la toga
que imagina ser, si aboga,
de las bolsas abogado. (vv. 147-52)
En los galanes, se plasma dos caracteres y lugares comunes de la época: Lelio es caballero, es decir, noble, pero como tal, es pobre y muy probablemente ambicione nupcias con Dorotea por su hacienda: Grimaldo, si bien parece mejor oponente, se hace mano de la mala fama que estos tenían, de ladrones. Pero Dorotea, ante estas opciones y disertando con Pendón, dice “Yo no pretendo a mi amante / rico, mas sabio y con seso” (vv. 245-6). Con lo cual, concluye “No quiero / sino a Grimaldo que, en fin, / nunca fue pobre el letrado” (vv. 324-6) y Pendón satiriza “De un pelón a un licenciado, vas de rocín a ruin” (vv. 327-8) es decir, de un pobre a un ladrón. Sin embargo, una Voz le anuncia que tendrá por marido un sastre que además, será santo. Nuevamente, Pendón se encarga de satirizar la fama (bastante mala) de este oficio en la época:
Pendón. ¿Sastre y santo?
¿Blanco y negro? ¿Fuego y frío?
Los sastres sirven de lastre:
hacia las bombas obscuras,
cargado de sisaduras,
mal podrá volar un sastre. (vv. 363-8)
Entonces aparece Homobono tocando a la puerta de Dorotea, quien se presenta como sastre que ha sido convocado para cortar un vestido. Dorotea le desengaña pero queda enamorada del joven Homobono y le deja tomar las medidas.
Dorotea. (Aparte.) Pensamientos, detened
las riendas a mi juicio.
¡Válgame Dios! Por la calle
un sastre me pronostica
por marido quien publica
que por esposo he de amalle,
y apenas malicias temo
cuando, sin llamarle yo
por mis puertas se me entró
un sastre. (vv. 395- 406)
Dorotea y Pendón no salen del asombro, la primera por la gallardía, y el segundo por la mala fama de la que gozan estos en la época. Sin embargo, Homobono da muestras de su discreción, cuando habla de cómo la codicia y el deseo han perdido al mundo. Así, Dorotea se apura a declararle su amor y el deseo de ser su esposa, a lo que Hombono se espanta y sale huyendo de los deseos de Dorotea.
Dorotea. ¡Vágame Dios, tropecé
por teneros en mis brazos!
Hombono. Suelte, ¡Jesús! ¿Está en sí?
Dorotea. En mí no, que en vos estoy;
el alma os di, agora os doy
los brazos, doleos de mí.
No penséis que os solicito
para el amor reprobado;
para el tálamo sagrado
os llamo, en él os admito. (vv. 651-60)
Cortad para nuestra boda
galas; sed esposo y sastre (vv. 673-4)
Homobono. adiós, que en la mano os deja,
tentación, Joseph la capa.
(Vase y déjale la capa)
Dorotea. ¿Qué es esto? ¿Tal menosprecio
sufre una mujer honrada? (vv. 683-6)
Dorotea grita el dolor del desprecio que Homobono le acaba de hacer, lo cual provoca que salga don Roberto, padre de Hombono quien se encuentra cerca de la escena. Una vez con Dorotea este le dice “Señora, saber quisiera / qué suceso o qué desgracia / a un hijo que me dio el cielo / huyendo y turbado saca / de aquí, donde entró a serviros” (vv. 733-37). Y Dorotea, despechada, acusa a Homboono de intentar abusar de ella. Don Roberto, desea resolver la deshonra y decide matar a su propio hijo, pero Dorotea, viendo el efecto contrario al deseado, le pide que dé a su hijo en matrimonio: “No le matéis, que le adoro” (v. 787). Así queda acordada la nupcia entre Homobono y Dorotea. Entonces aparecen Grimaldo y Lelio, quienes aún creen ser competidores por el amor de la bella Dorotea. El primer acto concluye con la noticia de las nupcias y ambos galanes quedan al pendiente de ella.
El segundo acto abre con los diálogos entre Hombono, quien acusa a su padre de forzarle al matrimonio, pero acepta la “jurisdición” que como padre tiene sobre él y que debe obedecer. Aun así, Homobono implora: “Yo he sido / desdichado en no tener / padre que no violentara / mi inclinación: ¿qué he de hacer? / Mi Dios, serviros gustara / sin estorbos de mujer” (vv. 953-58). En Homobono será una constante en todo este segundo acto la invocación de Dios, para que lleve a cabo su forma de servirle, que es ser santo:
Homobono. Mi Dios, para que resista
tal violencia, dadme fuerza,
antes de que mi padre tierza
mi libertad y la doble[…] (vv. 1008-11)
Yo estoy contento, mi Dios,
con mi quieta soledad;
aquí de Dios libertad […] (vv. 1014-16)
A lo largo de este acto, Hombono siente el peso y sufrimiento de estar casado. En este segundo acto, Grimaldo y Lelio discuten a quien pertenece el amor de Dorotea, en los siguientes términos:
Grimaldo. Yo he venido
seguro de que en mí emplea
su gusto y que te aborrece.
Lelio. La soberbia es presumida,
pero en ti desvanecida. (vv. 1518-22)
Pero Pendón se encarga de informarles que, un sastre, “acaba agora / de llevarse el gallinero” (vv. 1548-9). A lo que ambos galanes quedan tan espantados como “asqueados” de la condición social de quien ha elegido:
Lelio. ¿Con un sastre, y mi nobleza
desprecia?
Grimaldo. ¡Ah mujer…! (vv. 1580-1)
Lelio. Si esto es verdad, ¡vive Dios,
que he de ejecutar castigos!
Grimaldo. Sido habemos enemigos:conformémonos los dospara trazar la venganza. (vv.1616-20)
Así los galanes antes enfrentados por pretender a la misma dama, ahora se unen para vengar la afrenta de que un sastre les haya ganado a la noble dama. En el mismo acto, Homobono se encuentra con un Pobre, el cual lo ha perdido todo y Homobono le da sus ropas de boda, llegando desnudo a sus nupcias: «Tomad, vestíos, que allá dentro, / en mis fiestas ocupados, / no me verán socorreros» (vv. 1697-9).
El tercer acto abre con las quejas y recriminaciones de Dorotea a Hombono, ya que este se ha gastado toda la hacienda de ella y la de él en la caridad, dándolo a los pobres: «¿No es conciencia / que a tu mujer empobrezacas / porque a torpes pordioseros / cada instante favorezcas?» (vv. 1907 – 10). Pero el santo se escuda aduciendo a que, no hay pobreza donde hay oficio, por muy humilde que este sea. Dorotea continúa con nuevas recriminaciones, como la de porque entretiene el tiempo con los pobres y enfermos, donde se le van las horas llorando. Harta, le advierte que descuida de su casa y que debe tener cuidado de ello. Homobono le dice que no teme a celos, pues Dios le ha de cuidar el hogar. Entonces, se da el primer milagro de Homobono: una cesta con panes que había sido entregada a los pobres y estaba vacía, es restituida por Homobono. Ante la sorpresa de Pendón y Dorotea, este les advierte que «La fe nunca supo errar / Dorotea; sin sembrar/ jamás la cosecha hallaste. / Dar al pobre es dar al rico, / porque paga Dios por él» (vv. 2228-32). El segundo milagro se da en similares condiciones: ante la ausencia de vino y cecina, Homobono las restituye, milagrosamente. Posteriormente, Homobono se encuentra con Cristo, quien le anuncia su eminente santidad. En escenario aparte, Lelio y Grimaldo intentan perpetrar venganza contra Homobono, aunque Grimaldo se hace eco de la fama de santo de Homobono y cuando ve las intenciones de Grimaldo de faltar al honor de Dorotea, se espanta y renuncia a la venganza: «Competid con valientes, no con santos» (v. 2473). Lelio no hace caso y se hace eco de que, en todo caso, se arrepentirá antes de morir e invocará el perdón de Dios. Sin embargo, Lelio enmudece al presenciar una aparición celestial que le impide perpetrar el hogar de Homobono, quien sale a su encuentro y le auxila. Ante todo esto, dos ángeles aparecen y refuerzan el vínculo milagroso y de santo de Homobono. El final del acto y de la obra es cuando Homobono asciende a los cielos, mientras la voz de Lelio regresa y advierte en los versos finales:
Lelio. Esta historia nos enseñaque para Dios todo es fácil,y que en el mundo es posible ser un hombre santo y sastre. (vv. 2880-3)
De esta manera da fin la comedia, la cual mezcla de manera jocosa el tema del santo que a su vez no está llamado a lo extraordinario, por su condición inicial de sastre. Tirso, en esta comedia como en las otras, evita el final trógico o el drama de honor, pero es destacable el cuadro social que nos presenta el mercedario. Por una parte, la problemática que supone para Dorotea la administración de su hacienda, siendo soltera, mujer y huerfana. Dorotea, en esta comedia, es menos cruel de lo que los Flos sactorums indican, nunca estando realmente convencida de ceder su hacienda y enamorándose del santo, como parte de un destino predeterminado. Por su parte, los caracteres de Lelio y Grimaldo, caballero pobre y abogado ladrón, ejemplifican y matizan la jerarquía social. Finalmente, con el propio Homobono se puede observar el lugar que le corresponde, que es por debajo del estamento nobiliario, pero sólo la condicion de santo le hace reinvindicarse a sí mismo. No me parece (o no encuentro elementos suficientes) que reinvindiquen el papel de los sastres y/o la prole ante la aristocracia. Para Tirso, solo la santidad supera la nobleza y nada más. Aunque él, como fraile de familia pobre, algo sabría del tema.
[Cito por la edición: Tirso de Molina, Obras completas. Cuarta parte de comedias II, ed. I. Arellano, IET, Navarra, 2003]
Alejandro Loeza